Previo a la llegada de la estación mágica del año, los colibríes revoloteaban entre las jóvenes flores, polinizando en pleno desafío al pertinaz invierno valdiviano.
La primavera es la estación más esperada del año, pero estos pequeños ángeles parecían tener prisa por comenzar la temporada. Lo cierto es que tal acto de irreverencia motivó que dedicase especial atención a su agradable presencia despidiendo el invierno.
Alrededor de estas pequeñas aves siempre se auguran cosas buenas, incluso se le atribuyen poderes. Lo cierto es que son dueños de una particular belleza y carisma, con el que generan admiración y simpatía entre niños y adultos. Así que esta vez me dejé seducir por su presencia y me preparé para intentar captarlos en sus rápidos y fugaces revoloteos, pero me sorprendió que en esta ocasión se mostrasen más confiados y amables con mi presencia, algo que agradecí profundamente.