La costa valdiviana ―frente al Océano Pacífico― posee nueve playas; una de ellas es Playa Rosada. Aunque la mayoría no son aptas para el baño, suelen ser bien concurridas para tomar el sol y disfrutar de la singular belleza del paisaje de mar y cerros, una combinación bien seductora al turismo.
En esta ocasión nos aventuramos a franquear los más de 20 metros que separan la playa de la carretera, por un angosto camino sin protección que le aporta cierto grado de dificultad a nuestro juicio innecesario.
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