Adentrarnos en el ambiente rural de la Isla del Rey nos permite tener una visión menos romántica, pero atractiva. Así, llegamos a casa de don Segundo Leiva, en nuestra primera visita a esta reliquia natural.
Leiva, trabajador forestal que
parece enfrentar la parte menos seductora en la isla, nos recibe amablemente en
su patio, lamentando la sorpresiva visita, mientras afirma que -de haberlo
sabido- nos hubiese recibido con sopaipillas y café caliente.
Las palabras de despedida de don
Segundo Leiva, me trasladaron en el tiempo, cuando conocí -de mis abuelos en el
campo- la hospitalidad y sencillez, mientras intentaba captar toda esa belleza
que nos rodeaba camino a casa de José Luis Barroso, nuestro anfitrión.
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